miércoles, 28 de marzo de 2012

50 AÑOS se dicen fácil...


 El 9 de enero de 1962 parecía ser un día común en la vida de Alfredo Echávarri y Guillermo Vázquez Mejía. Temprano partieron a trabajar y por la tarde se dirigieron a la Facultad de Arquitectura para continuar con sus clases. Sin embargo, la realidad era otra, pues ese día cambiaría su vida.
Por la noche, ambos tenían que disputar un encuentro trascendental con los Pumas. Era el día en el que podían lograr el ascenso a la Primera División, si es que lograban vencer al Cataluña de Torreón.
En un principio era difícil asimilar la trascendencia de dicho encuentro y lo que a la postre significaría para el balompié nacional. Sólo cuando vieron el  estadio Olímpico repleto empezaron a pensarlo. El que los medios de comunicación de la época mencionaran en notas principales que el plantel de la Universidad estaban obligados a obtener su boleto a Primera no era un asunto que preocupara.
Sus compañeros parecían más preocupados. Los invitaban a salir de clases y partir al estadio para iniciar su preparación de cara al encuentro. Incluso los profesores, que nunca dejaron de exigirles sus tareas comúnes de estudiantes, se unieron a la demanda.
Echávarri reconoció que nunca se imaginó lo que estaba por acontecer. De eso se empezó a dar cuenta cuando se asomó del vestidor, previo a entrar a la cancha para encarar el encuentro.
“La impresión fuerte se dio al salir por la boca del túnel. Antes salíamos de manera diferente, por donde salen ahora los equipos visitantes, y al pararse en la boca se veía el estadio lleno y la gente estaba expectante. Fue muy especial y eso se nos quedó grabado.”
Ya en el partido, el plantel lagunero trató de complicarles y se plantó bien en los primeros mitutos. Todo se salía del guión, pues los visitantes llegaban como el peor plantel de la Segunda División. Bastó la aparición de sus dos máximos artilleros para revertir la situación y encaminar al triunfo.
Tras 20 minutos de tensión, García se hizo presente para abrir el marcador, y enseguida marcó un segundo tanto; Calderón de la Barca también marcó un doblete y  Manolo Rodríguez marcó el quinto tanto. El marcador al final: 5-1.
La afición presente brincó a la cancha para cargar en hombros a sus nuevos héroes. La algarabía estalló y se inició así una fiesta interminable. Memo Vázquez lo recuerda con regocijo.
“Fue muy bonito porque toda la comunidad universitaria lo disfrutó”, dijo el ahora director de fuerzas básicas del Club Universidad. “Cuando Pumas fue campeón con Memo (su hijo), sentí como si hubiera repetido eso que nos aconteció hace 50 años”, abundó para poner un punto de comparación.
Ya en ese momento habían digerido lo hecho, aunque los medios se lo confirmaron un día después. Sabían que un nuevo grande se presentaría en Primera División.
“En los medios salió que ‘subió un equipo de espíritu’, lo cual es muy importante. Esto se ha mantenido hasta el día de hoy, lo estamos respetando como debe ser. Lo dijeron los periodistas: ‘Llegó un equipo grande al futbol mexicano’; entonces fue muy atinado”, explicó Vázquez.
José Luis Ledezma, ingeniero; Carlos Gutiérrez, contador; Tito Centeno, ingeniero químico; Echávarri, arquitecto; Rodríguez, contador; Vázquez, arquitecto; García, contador; Jorge Gaitán, arquitecto; Raúl Chanes, Calderón de la Barca y José Antonio Rodríguez lo hicieron posible.


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